La vida consagrada en la Iglesia se ha distinguido siempre por su especial
atención a la formación de sus miembros. Muchos sacerdotes, religiosos y
religiosas realizan ahora esta tarea enfrentándose a muchos y grandes problemas,
pero equipados con una esperanza más grande todavía.
El gran especialista y comunicador que es Cencini detecta y analiza estos
problemas, pero también refuerza la esperanza. Señala la meta de una
formación que defina la persona de cada uno en un contexto comunitario,
y también el plan general en que se encuadra: el ambiente y el individuo, la
persona y la comunidad, la naturaleza y la fe, la libertad y la obediencia.