Si algo precisa la Iglesia actual, son pastores conforme al corazón de Cristo testigos fuertes del Dios vivo, que anuncien el Evangelio desde posiciones humanas sólidas, pero sobre todo desde un testimonio convincente, que ayude a los hombres de hoy a vivir la fe como algo que da sentido a la existencia humana y puede llenar de felicidad a las personas concretas de carne y hueso en su quehacer cotidiano.