Deje´ de preguntar. Ahora era yo quien estaba perplejo. Senti´a una envidia tremenda (espero que sana) por su modo de explicarme lo que no es tan fa´cil de explicar. Teni´a delante a un amigo de Dios. Teni´a delante a esa buena gente de la que Dios se sirve para desmontar todas las complicaciones interiores que nos montamos los rebuscados y los soberbios. Teni´a delante a un alma sencilla, delicada, limpia y con un gran sentido de la amistad... tambie´n a lo divino. Teni´a delante a una de esas personas que te hacen sentirte mejor solo estando un rato con ellas, con lo que llegue´ yo solito a la conclusio´n de que ser amigo de Dios era tambie´n algo bueno para mi´.