La parábola que te invito a meditar es la del hijo pródigo. Ese joven que dejó la casa paterna para experimentar vivir sin reglas y sin depender de nadie. Ya sabes bien qué le ocurrió. Pero lo impactante es observar el modo en que fue recibido a su vuelta comido a besos por su padre. Ojalá, meditando esta enseñanza de Jesucristo, seas capaz de responderte a las preguntas más decisivas en tu vida y en la mía Si así trata Dios a los que le ofenden, entonces, ¿quién soy yo para Él?, ¿cuánto valgo yo para Dios?, ¿qué estará dispuesto a hacer por mí?