Este libro trata de dar respuesta a una serie de interrogantes con los que todos hemos de debatirnos y que el autor considera en relación con la vida espiritual, sin por ello pasar por alto la aportación de las ciencias humanas. Y todo para llegar a una visión más auténtica y reconciliada con la propia afectividad: un ideal nada fácil de alcanzar y, no obstante, necesario. Los afectos constituyen una realidad frágil y aparentemente imprevisible y, sin embargo, constituyen nuestra fuerza, un precioso tesoro para conocer la verdad sobre nosotros mismos y sobre nuestra relación con Dios.