El mundo virtual nos impide la posibilidad de un abrazo o
de un silencio compartido. El lenguaje del corazón se teje
también de miradas de diversas intensidades. En ocasiones
no hay nada nuevo que decir, buscamos fundamentalmente
y sobre todo acompañar y sentirnos acompañados.
No ser conscientes de la dimensión psico-afectiva del
hecho de estar presente puede ser el inicio de una filosofía
equivocada de la comunicación humana.
Somos seres sociales, y esta sociabilidad tiene unas exigencias
que van mucho más allá del dato a conocer. Exigencias
que se enmarcan en el ámbito de la cordialidad
capaz de conceder una calidez que la técnica no puede
otorgarnos.