En muchos de los relatos sobre el origen de la humanidad, y desde luego en la tradición bíblica, aparece un «origen viciado» que va a condicionar todo el recorrido posterior de la humanidad. No es lo primero del acto creador, benéfico y altruista, pero sí es la experiencia humana de una carencia original que va a afectar a todos los seres humanos. La carencia original se retrotrae al comienzo en los relatos del origen. De la experiencia cotidiana de algo mal hecho, que todos sufrimos, se desprende la certeza de una falta, un origen viciado que falsea lo que somos y le imprime una dinámica de perversión del don recibido de la vida: la vanidad, el orgullo y la soberbia.