¿Cómo salvar la distancia entre la fe profesada, celebrada y vivida? ¿Cómo proponer lo que afirmamos ser "plenitud" a quienes se mueven instalados en la relatividad o la indiferencia? ¿Es creíble hoy nuestra "oferta sacramental"? Y, si no es creíble, ¿cómo hacer para que al menos para aquellos que ocasionalmente participan en nuestras celebraciones les resulte elocuente? ¿Pueden ser nuestros ritos y sacramentos un momento evangelizador que no podemos banalizar? Este cúmulo de interrogantes que el autor recoge en la conclusión de su libro son los que han guiado la reflexión que estas páginas nos proponen, partiendo de la realidad actual del fenómeno religioso, y ofreciendo un conjunto de propuestas que no pretenden ser respuestas definitivas, sino aportaciones a un diálogo sin duda necesario en nuestra Iglesia.