En la Iglesia la mayor parte de los carismas que han dado a luz a institutos de vida consagrada proceden de laicos. Abrirse a un carisma significa aceptar, cuidar y alimentar lo que ya se tiene y convertirse en lo que ya se es potencialmente.
Vista previa: NINGÚN CARISMA BASTA POR SÍ SOLO. EL FINAL DE LOS ESPACIOS CERRADOS
Este sitio web utiliza cookies, tanto propias como de terceros, para mejorar su experiencia de navegación. Si continúa navegando, consideramos que acepta su uso. Más información