CANO ARENAS, ALBERTO (SJ) / LOBO ARRANZ, ALVARO
La enfermedad llega con su carga de dolor y
perplejidad. Pero también nos sitúa en la realidad.
Nos centra en lo importante y saca muchas
veces lo mejor de nosotros mismos. La
sencilla cotidianidad del hospital, la paciencia
de las enfermeras, los esfuerzos de familiares
y amigos por saber estar, las horas de estudio,
el silencio de quien sale de guardia y vuelve
a casa cansado pero satisfecho. Ahí, en medio
de lo habitual, en la espesura de los sentimientos
encontrados, uno puede reconocer a
Dios si sabe mirar.