La obra de Ben Sira sorprende y atrae por su equilibrada sensatez y la perspicacia de su autor, sus dotes de analista de las relaciones sociales, su capacidad de penetración en los entresijos del alma humana y, sobre todo, su profundo espíritu religioso. Sus momentáneos arranques nacionalistas y su dureza al censurar determinados tipos de conducta humana no empañan del todo el conjunto de su propuesta educativa, que va dirigida al ser humano, en sus dimensiones individual y social.