Para Chiara Lubich, la Iglesia es un «jardín» en el que florecen las palabras de Jesús; ella ve la Iglesia ante todo en su aspecto carismático, como «Evangelio encarnado». Y en esta misma clave lee también su perfil jerárquico o «petrino», que se reviste de un estilo fraterno y «sinodal».
La Iglesia no es algo sino alguien: es Jesús en medio de los suyos (cf. Mt 18, 20). A partir de este Jesús crucificado y resucitado que vive en medio de los suyos se puede repetir hoy el milagro de Pentecostés: muchos convertidos en un solo corazón y una sola alma. Así se perfila una Iglesia que no vive para sí misma, sino «en salida», vestida con traje de faena, laica y abierta a un diálogo sin fronteras.
En profunda sintonía con el Concilio Vaticano II, los escritos reunidos en este libro revelan la experiencia de la Iglesia como Pueblo de Dios unido por una corriente de amor que nace del corazón mismo de la Trinidad y es capaz de renovar todos los ámbitos de la vida humana.