El Concilio Vaticano II (1962-65), en su Constitución Dogmática Lumen
Gentium, en el número 29, restauró el diaconado como grado independiente
y permanente de la jerarquía y abrió la posibilidad que este diaconado fuera
conferido también a hombres casados de edad madura. Esta renovación, a
medida que se iba haciendo realidad en la Iglesia, ha ido planteando una
serie de cuestiones de tipo teórico y práctico; una de ellas es la identidad de
la esposa del diácono y su función en la Iglesia. Este libro trata esta
cuestión, con la reflexión teológica y la vivencia familiar y eclesial, propia y
de otros. La esposa del diácono, como mujer cristiana y como esposa de un
diácono permanente, ha dado su consentimiento, absolutamente necesario
para que su esposo pueda ser ordenado, y lo acompaña, con amor, espíritu
de oración y de servicio, en su camino hacia la ordenación diaconal y en su
ministerio diaconal; consecuentemente, tiene una identidad, formación y
función específicas en la Iglesia; vive una experiencia eclesial y una
espiritualidad propias.