La reacción, observable en muchos grupos, a no dejarse arrebatar la dimensión espiritual del ser humano está planteando en nuestro contexto varios interrogantes: ¿Qué espiritualidad cultivamos y qué es lo peculiar de la que se quiere llamar cristiana? ¿Es válida cualquier llamada a la trascendencia? Una obra serena y transparente, como los lectores esperan ya del magisterio cumplido de Jesús Espeja.