Recoge en sus páginas la semilla que el Espíritu Santo sembró en el
Evangelio para que, bajo su guía, luego fuese desarrollado por el sentir de
la fe de los creyentes y por la reflexión teológica y la experiencia mística.
Está escrito sin pretensiones científicas, con el único deseo de que su
lectura suscite en los que se lleguen a sus páginas una sincera devoción y
amor a San José, el mejor abogado, como decía Santa Teresa de Jesús.