Visto humanamente, nada propiciaba que, de entre los más de mil monjes que habitaban en el Monasterio de San Panteleimon en el Monte Athos, fuera Silouan (1866-1938), monje ruso con la mínima instrucción, adscrito al economato y al molino del monasterio, quien emergiese para la posteridad. Fue necesario que un día Sophrony, monje treinta años más joven, recibiera de Silouan una respuesta perfectamente adecuada a su inquietud espiritual.