Acompañar en la enfermedad o en el duelo nunca resulta sencillo. Uno quisiera tener siempre las palabras adecuadas, los gestos exactos y la fuerza para consolar. Sin embargo, el dolor ajeno nos descoloca y nos obliga a empezar por la humildad. Este libro propone un aprendizaje esencial: poner en palabras lo que duele para dar espacio a lo vivido, escucharlo y compartirlo. A través de la escucha y la palabra compartida, se descubre una ética del cuidar que humaniza y transforma tanto al que sufre como al que acompaña. Una guía concreta para los momentos más complicados.