Este libro es el segundo volumen de oraciones de agradecimiento para humanizar
la cotidianeidad.
Quiere cultivar un espíritu saludable, poniendo palabras al reconocimiento de lo
que de bien recibimos cada día.
Poner palabras a aquello que tenemos, que reconocemos de bueno, incluso en
tiempos difíciles, es un ejercicio de salud que nos hace bien a nosotros y a quien
nos rodea.
Dirigirnos al Padre bueno, al creador, cada día, de manera sencilla pero auténtica,
probablemente es una necesidad. Hay quien no sabe cómo orar, cómo expresar la
intimidad del corazón ante Dios, quien tiene torpeza y piensa que solo se puede
rezar pidiendo. Estas páginas ayudarán a nombrar una cotidianeidad de bien que
nos habita.
La espiritualidad que rezuman estas sencillas y profundas oraciones es fresca,
propia de quien cultiva un corazón sano. No tienen lugar miradas oscuras,
moralizantes, que ensalcen el dolor o los caminos estrechos para la felicidad. Más
bien, estas líneas arrancan la mirada serena, contemplativa, reconocedora de lo
bueno, de lo recibido, de lo conquistado, de lo que es tarea para ser feliz. Ponen en
nuestras manos la posibilidad de construir un mundo mejor y reconocen cuánto
de bien ya ha sido acogido.
Este libro, como el anterior, es para personas buscadoras que quieren ser
agradecidas.