La fe del doliente protege, ilumina, [
] sin límites al amor, sin
sombras a la luz, sin muerte ni morir.
Así se ha movido Santos en estas páginas sanadoras, [
] que se
abren al espacio de la esperanza, que cultivan la espiritualidad
humanizadora.
La lectura [
] es, por eso, disfrute. Con mucha facilidad, genera una
particular empatía con el autor, una cómoda identificación con su
sentir, [
] un agradecimiento tierno por la vida, siempre frágil.
Santos, experto en duelo porque se ha gastado energía en formarse,
creativo en el acompañamiento porque ha generado servicios
especializados de atención al duelo complicado, vibra con consciencia
en su dolerse y en su crecer desde el sufrir. Nos regala así
bellas páginas que, lejos de ser de exclusivamente de interés personal
o familiar, dan sentido a una humanidad dolida que renace
de las cenizas, que se hace fuerte en la debilidad. Y que, sin duda,
honra, como debemos hacer todos los humanos, a la madre.
Del prólogo de José Carlos Bermejo
Director del Centro de Humanización de la Salud