Este breve opúsculo nos presenta la figura de Don Bosco como un hombre independiente, valiente y decidido que, aunque tal actitud le costó parte de su vida, descubrió en él los más altos quilates de su nivel, incluso cuando le tergiversaban o malinterpretaban. El sueño de los 9 años fue providencial para hacer del Santo un artífice en modelar rostros humanos en cientos de jóvenes.