Convertirse en padre o madre es mucho más que un proceso biológico; es un compromiso inquebrantable con el esfuerzo, el sacrificio y, sobre todo, el amor. Cada día, nos enfrentamos a la hermosa tarea de poner a nuestros hijos en el centro de nuestras vidas, un desafío que nos lleva a vivir momentos de compasión heroica y, en ocasiones, a superar desafíos desalentadores.