Pablo de Tarso es un personaje inconmensurable, capaz por sí mismo, con el escaso auxilio de unos pocos ayudantes y compañeros, sin armamento de ninguna clase, sino antes al contrario, agredido de todos y por todos, de alterar la faz de la historia humana de manera nunca antes conocida ni tampoco después. Y con el que, sin embargo, o precisamente por eso, es fácil congeniar, es fácil dialogar, aún sin conocerle.