Estas páginas invitan a religiosos y a laicos a que den un gran giro en sus vidas, para así quedar bañados por una nueva luz. En ellas se levanta la voz para dar una buena noticia: la novedad de una nueva relación entre religiosos y laicos llega con la vivencia de los carismas, porque los carismas son propiedad de todos. Así, esta etapa permitirá que lleguen días de primavera, nuevas relaciones que llaman a las puertas de nuestros estilos de vida, de misión y de espiritualidad. Ello evitará que la vida religiosa sea autorreferencial, y conseguirá que la vida laical sea carismática. Y ambas referenciales, abiertas y acogedoras