"Pertenezco -dice Enzo Bianchi- a la última generación que ha conocido la enseñanza del arte de luchar contra las tentaciones, un arte que se nos transmitía junto con la fe cristiana... En la vida monástica que llevo, en la búsqueda de una fidelidad renovada al Evangelio..., he ido purificando esta lucha, a la vez que he intentado transmitir su arte a los más jóvenes. [...] Me gustaría ser, sencillamente, un hermano anciano que ha caminado contemplando como maestros a otros que le han precedido, y que ahora se vuelve para dirigirse a los que vienen detrás de él, con el fin de ofrecerles, sin ambición, lo que le ha ayudado a vivir y a edificarse".