Vivimos muy pendientes de nuestros problemas de cada día e, incluso, con una excesiva preocupación por lo que nos puede ocurrir en el futuro. Pero quizá nos falta la visión de Dios, o sea, la verificación de que Dios nos ha creado, nos ha redimido y está siempre pendiente de nosotros. Por lo tanto, podemos perder el sentido de nuestra vida. Teniendo en cuenta nuestro apegamiento a lo terreno, nos conviene volver de vez en cuando a lo más real: Dios está junto a nosotros. Nos trasciende, que no supone lejanía. Está en nosotros, desde la creación hasta el cielo. A veces las circunstancias externas, enfermedades, desastres naturales, fallecimiento de seres queridos, nos sitúan más cerca de Dios. Este libro pretende ser una ayuda para llegar a esas reflexiones necesarias sobre lo esencial de nuestra existencia.