La gravedad de la crisis ecológica actual no se debe al
riesgo que esta supone para la supervivencia de nuestra
especie. Al contrario, hemos reducido nuestra relación
con la Tierra al mero afán por sobrevivir. A través de
una novedosa filosofía de la naturaleza,
Luis Sáez se aventura en esta Tierra habitable y también
autocreadora, definiendo los contornos de una «ecología
gestante
» y de un «cosmopolitismo telúrico».
El capitalismo salvaje, la racionalización procedimental
y el espíritu de cálculo son poderes que se han
independizado de la voluntad humana, actuando como
un destino fatal que nos desarraiga de esta Tierra.