Todos los padres quieren que sus hijos e hijas encuentren un gran amor, un amor que les quiera, que les haga felices. ¿Es posible contribuir, como padres, sin entrometerse, sin lesionar su libertad o invadir su privacidad?
La autora descubre que no solo es posible, sino que en gran parte depende de la educación y valores que se transmitan en el hogar: quien tiene herramientas para amar, sabrá hacerlo a pesar de los obstáculos. La autora analiza aquí esas herramientas, mientras invita a los lectores a no esquivar las grandes encrucijadas educativas en el ámbito afectivo sexual, donde es más importante el consejo, y también más difícil.