Estos dos tratados forman parte de la serie dedicada por Ambrosio a los patriarcas del Antiguo Testamento. El primero de ellos, Jacob y la vida feliz, es una reelabora-ción de dos o tres sermones pronunciados por el obispo de Milán a finales del s. IV. Tiene su base en el apócrifo libro IV de los Macabeos y en las Enneadas de Plotino, ambas fuentes cristianizadas a la luz de la epístola de san Pablo a los Romanos. Está dividido en dos libros, el primero de los cuales se dedica a una reflexión teórica sobre el concepto de felicidad, mientras que el segundo aporta ejemplos de hombres que han sido felices a pesar de las graves contrariedades que debieron soportar a lo largo de su vida: Jacob y el sacerdote Eleazar, que precede a los siete hermanos macabeos, segui-dos de su madre, quienes murieron martirizados a manos del rey Antíoco IV.
En su conjunto, aporta un pequeño manual de sabiduría cristiana: el papel de la «recta razón» en la conducta diaria, la libertad de que goza el individuo en su compor-tamiento y el valor del esfuerzo personal en la lucha por la felicidad en este mundo.
El comentario a la historia de José nos muestra a este patriarca en su doble dimen-sión de modelo de castidad y tipo de Jesucristo. En sus páginas se refleja una buena parte de la lucha de Ambrosio frente a los intentos de los paganos y los herejes de su tiempo por restaurar en la vida pública el culto a los dioses tradicionales romanos o conceder privilegios a los seguidores de Arrio, respectivamente.