La sombra de la cruz, tantas veces alzada a lo largo de la historia, nos alcanza a todos y nos reclama dar un paso más en la dirección de una Pascua difícil de consumar. ¿Hacia dónde caminaremos, una vez enterrados los muertos? Las promesas de Jesús marcan nuestro camino, con frecuencia tortuoso, pero siempre iluminado por la esperanza creyente. En el camino de Jerusalén a Galilea, recostado en el brocal del pozo, el Profeta seguirá saciando nuestra sed, iluminando nuestra vida e invitándonos a caminar a la sombra de sus alas.