Como el autor señala con coraje, la Iglesia podría tener mucho que decir en la actual crisis si se mantuviese fiel al Evangelio y no quebrantase la voluntad de Dios apelando a tradiciones humanas, por lo que esta institución debería adoptar una actitud caracterizada por la resistencia, la profecía y la utopía; una utopía que se haga creíble "en pequeños gestos liberadores", en medio de tanta mentira, frustración y desesperación. Como el propio Castellanos sugiere, citando a Albert Camus, "ya que no tenemos poder contra el dolor, hagamos algo para solucionar la miseria".