Las relaciones entre lo religioso y lo político han marcado profundamente la historia de los pueblos europeos. Para bien y para mal, las estructuras políticas de la religión interactúan, a menudo de incógnito, con las estructuras religiosas de la política, produciéndose una especie de trasvase de las significaciones y los términos políticos a la religión, y de las concreciones religiosas a la política.