Con cete a ti mismo. Es la inscripción de Delfos que se repite de diversos modos en todo sistema de pensamiento. Nadie se conforma con la superficie del conocimiento corporal. El ser humano es más. No bastan todos los estudios anatómicos para responder a la pregunta de qué somos. Tampoco los estudios sociológicos agotan el saber posible. Somos más. Somos personas con dignidad, únicos, irrepetibles, libres, amorosos, pensantes, nos extasiamos ante la belleza, tenemos corazón, vivimos en el tiempo y aspiramos a la eternidad. No se entiende a los seres humanos sin pensar en la muerte, o en sus cambios en el tiempo, ni sin el ansia de verdad, ni sin el mundo ético o el político. Si se pensase solo en varones o solo en mujeres, tendríamos una idea incompleta del ser personal humano. Hombre y mujer forman una unidad dual llamada a enriquecerse mutuamente y a dar vida a unos terceros en el amor que son los hijos. ¿Quién soy yo? Alguien radicalmente libre para amar y para siempre.
