FERNÁNDEZ CONDE, FRANCISCO JAVIER
La cosmovisión medieval de la mayoría de los cronistas y pensadores de
los siglos centrales del Medioevo coincide en sus elementos básicos: un
mundo salido de las manos de Dios creador, origen del poder político de
emperadores, reyes y nobles, y del eclesiástico: papa y obispos. Ese
principio fontal, trascendente y sagrado teocracia, convertía las
actuaciones de las personas investidas de poder en sagradas
hierocracia y en ministros o servidores del Reino de Dios que se
constituye así en un verdadero arquetipo político, y cuyo reflejo más
acabado eran los reinos y reyes bíblicos. D. Pelayo, obispo de Oviedo
(1101-1130), puede considerarse como uno de los mejores representantes
de este pensamiento típicamente medieval. Su concepción historiológica
se vislumbra ya de forma implícita en la composición y ornamentación del
Libro de los Testamentos de la Catedral de Oviedo: «seguramente, uno de
los mejores cartularios románicos producidos en Europa» durante los
siglos xi-xii. El gran prelado de San Salvador fue capaz de poner en
marcha un activo Scriptorium que solemos conocer como Scriptorium
Pelagianum, del que salieron numerosas obras de la más diversa índole:
copias de crónicas o historias con interpolaciones, pequeñas piezas,
ingenuas o con noticias pintorescas, a veces falsas o completamente
desconocidas; y su propia historia de los reyes leoneses, hasta Alfonso
VI (1065-1109): el Chronicon de don Pelayo, concebido como remate de una
gran enciclopedia de los reyes godos. La edición crítica del mismo, la
traducción castellana y el estudio de sus contenidos ideológicos,
constituye el objeto de esta investigación.
«Cualquiera que haga una lectura apresurada del Chronicon pelagiano se
dará cuenta enseguida de la enorme carga ideológica expresada por su
autor, que constituye también un discurso bien trabado y potente del
providencialismo radical de la historiografía de la época, adobado
además con evidentes intereses político-sociales y eclesiásticos,
relativos a Asturias y a la diócesis de San Salvador en la duodécima
centuria» (Introducción).
D. Pelayo, denostado por los ilustrados de los siglos xviii y xix con
el título de «falsario», con sus falsificaciones y quizás por ellas,
puede ser considerado, sin ningún tipo de exageración, como la
personalidad más relevante del episcopologio ovetense de la Edad Media.