Los fieles cristianos "asisten con gusto a la procesión conmemorativa de la entrada de Jesús en el Templo y de su encuentro, ante todo con Dios Padre, en cuya morada entra por primera vez, después con Simeón y Ana". Esta procesión, con el tiempo, se caracterizó por la bendición de las candelas que honraban a Cristo, "luz para alumbrar a las naciones" (Lc 3,32).