En tiempos en que se confunde la poesía con una suerte de periodismo sentimental, en que se intenta dar con ella testimonio de la última versión de la realidad que nos hemos tragado porque nos convenía, Arturo lanza definiciones e imágenes jadeantes que deliberadamente no dan. Sitian al cuarto de al lado y sofocándose no logran llegarle, lo cual, sobre todo, da un intersticio asoleado en el que trastabillar y asediar un horizonte que se escapa. Con ese andar de ahogos y fallos, no da verdades ni respuestas ni informa de nada: da sed.