A lo largo de estos años he experimentado mi vida como una peregrinación, un continuo caminar, con altibajos y retrocesos, pero manteniendo el ideal y el entusiasmo de seguir luchando, progresando, adelantando. Muy consciente de ser vasija de barro, de que hago a menudo lo que no quiero, de mi debilidad, pero convencido de que si algo no puedo permitirme es el desfallecimiento y la apatía. Lo importante no es llegar adonde sea el primero sino saber llegar con ilusión Concibo el cristianismo en la ayuda a los demás, en colaborar a que sean felices. Tres frases de san Juan me dan vuelta una y otra vez: «A Dios nadie lo ha visto nunca», «Allí donde hay amor Dios está presente», «Dios es amor».