Saber escuchar la vida, saber mirar la actualidad desde la memoria de lo que fuimos y anticipar en qué aspectos lo que va a ocurrir comparte similitudes con lo que alguna vez fue es lo que constituye a la historia maestra de la vida. Y hacerlo como quien aconseja sin herir es un don que se fragua en la humildad que habitualmente acompaña a quien ha madurado su comprensión del mundo en el silencio habitado del estudio de la historia y en la escucha acogedora a sus contemporáneos. La fidelidad a cada momento de la historia exige en nuestro tiempo desinstalar del tópico la caricatura con la que se explica, con demasiada frecuencia, la perspectiva cristiana del ser humano, de la cultura, de la transformación social, etc. Estas páginas son se rebelan a que el tópico o la simplificación se conviertan en protagonistas del relato que está conformando la opinión de nuestros contemporáneos.