El tiempo de Adviento inaugura época de ilusiones, cambios, esperanzas, comienza un tiempo de vigilancia, de espera, de permanecer en medio de las circunstancias que rodean nuestra existencia, pero con ánimo renovado. Tiempo nuevo, tiempo de ser vigías, de otear horizontes proféticos, de hacer germinar esperanza al ser humano que confía, que cree qué algo nuevo, diferente está cerca de suceder.
Junto a este comienzo se inicia también un nuevo ciclo litúrgico, el llamado ciclo A. Con él nos abrimos a una nueva oportunidad. Se nos entrega unos días cargados de horas, minutos y segundos de los que somos responsables. Que lo aprovechemos o lo derrochemos depende solo de nosotros y nosotras. La vida es un regalo, pero también es una responsabilidad. Como seguidores de Jesús de Nazaret hemos sido llamados a vivir los valores del Reino y a anunciarlo con gestos y palabras, haciendo presente en la vida de la gente su fuerza humanizadora y salvadora.
Cada año, Cáritas nos subraya una dimensión de esta vocación a través de una campaña. La de este año (2025-2026) tiene como lema, «Mientras haya personas, hay esperanza». Como Iglesia, vivimos un año extraordinario de gracia en el que el papa Francisco nos ha convocado a vivir el Jubileo de la Esperanza, un tiempo de renovación espiritual y una oportunidad para ser testigos de la esperanza que nace del amor de Jesús crucificado y resucitado.