No solo el campesino austríaco Franz Jägerstätter a quien la película Vida oculta (A Hidden Life, 2019) de Terrence Malick ha hecho célebre y la Iglesia católica beatificó en octubre de 2007, perdió la vida por negarse a prestar el juramento de fidelidad a Hitler. Además de Jägerstätter, aproximadamente una veintena de católicos y ocho o nueve cristianos evangélicos objetaron durante el nazismo por motivos religiosos. Con muy contadas excepciones, estos hombres no solo actuaron siguiendo los dictados de su conciencia aún a costa de la vida, sino que pasaron inadvertidos, no solo en vida: hubieron de transcurrir bastantes decenios de «vida oculta» hasta que, solo en la década de 1990, comenzó a recuperarse su memoria.