En el prólogo de este libro, el explorador y aventurero César Pérez de Tudela transmite su pensamiento: Efectivamente, yo creo que la mayor parte de los exploradores, descubridores, viajeros, navegantes y alpinistas los que han pasado a la historia de las grandes aventuras del hombre, con sus vicisitudes extremas, de largos e intensos sufrimientos, viviendo en esa incertidumbre del riesgo que roza la tragedia, todos ellos, o al menos muchos, han pedido la ayuda de Dios . Las apuradas situaciones en las que se han encontrado algunos de los que se han lanzado a arriesgadas aventuras les han llevado a solicitar una ayuda de lo Alto. El hombre es por naturaleza un ser religioso y, aunque en ocasiones no lo manifieste, en los momentos comprometidos busca ese auxilio que considera necesario. Otras veces es una exaltación de júbilo ante un logro obtenido. Es lo que expresa Battistino Bonalli al mostrar una bandera con la inscripción Gracias Dios en la cima del Everest que había conseguido por una difícil vía.