El aborto procurado voluntariamente ha sido realidad antigua y universal, pero, con el avance de la
medicina y el aval de las legislaciones permisivas, su práctica se ha generalizado hasta alcanzar números
preocupantes. Es evidente que no es fácil ofrecer estadísticas seguras, pero el Informe sobre el aborto en
España, treinta años después (1985-2015) del Instituto de Política Familiar (IPF) fija en 2.103.430 los
abortos en España: una cifra superior a la población de las Comunidades de Navarra, La Rioja y Cantabria.
Ahora bien, según los estudios más rigurosos de la medicina, el embrión humano, antes de las doce
semanas del embarazo, goza ya de un cuerpo con un configuración completa. Por ello, cabe concluir que
la legalización del ablorto permite eliminar un ser humano morfológicicamente configurado. Y de
inmediato surge la pregunta: ¿es lícito matar una vida humana que está destinada a nacery,
consecuentemente, a vivir?
Aurelio Fernández, sacerdote de diócisis de Oviedo, curso filosofía en la Universidad de Münter (Alemania)
y teología en Friburgo, disciplinas en las que se doctoró.