Hay muchas formas de adentrarse en las Escrituras y muchas preguntas que formular al texto, implícitas en nuestro aproximarnos al Evangelio. Hay quien dice que las páginas de los libros sagrados están jalonadas con puertas, por las que el escudriñador de las Escrituras puede introducirse en la Palabra. Lawrence Kushner llega a decir: Cuando leemos las Escrituras, nosotros somos el texto. No es tanto que el texto hable de nosotros o que nosotros nos encontremos en él, sino que nosotros somos el texto sagrado. La finalidad de la música, no es ser oída, sino vivir en nuestro oído; ser nuestro oído mismo; parte de nuestra alma. Así la Palabra desea hacerse "Uno" con nosotros a través del texto.
Después de treinta y ocho años de acudir como el paralítico de Betesda, asiduamente a las fuentes de la Salvación, deseando saciar mi sed y ser purificado y ansiando las aguas vivas que brotan para la vida eterna, hoy quiero acercarme al libro santo para escuchar "La Voz de mi Amado" a través de sus palabras, porque como dice el salmo: "sea el Señor tu delicia y él te dará lo que pide tu corazón."