La postmodernidad plantea con clarividencia un problema, aunque
no aporte soluciones. La razón se ha desestructurado, apagando las
luces y sumiendo a Occidente en la oscuridad. Solo alcanzamos a ver
un mundo fragmentado. ¿Es posible encontrar senderos dentro de
ese laberinto? ¿Qué propuestas hay, qué alternativas? El autor,
recurriendo a Lyotard, Ratzinger y Wojtyla, propone la vía de la
experiencia. Una vía fundada en la integralidad de la persona, en su
recorrido vital y en una inteligencia aliada con la corporalidad. Solo
esta vía puede encender de nuevo la luz que oriente a Europa y la
libre del camino involutivo al que parece destinada.