CABODEVILLA SÁNCHEZ, JOSÉ MARIA
Dedicatoria (p. XIX-XX) -- Libro de Job (p. 3-35) -- Cuaderno de otoño: 1. Mío Job (p. 39-51) -- 2. La máquina del progreso (p. 52-63) -- 3. El hombre, «animal enfermo» (p. 64-70) -- 4. El hombre no es feliz (p. 71-78) -- 5. «Summa doloris» (p. 79-90) -- 6. La compasión inútil (p. 91-96) -- 7. La mujer de Job (p. 97-108) -- 8. Amor y dolor (p. 109-114) -- 9. Miseria del hombre anónimo (p. 115-120) -- 10. La inevitable y atroz soledad (p. 121-128) -- 11. La carne llagada y hostil (p. 129-135) -- 12. El entendimiento y sus tribulaciones (p. 136-143) -- 13. El miedo (p. 144-155) -- 14. Fugacidad de la vida (p. 156-164) -- 15. El dolor es la moneda fraccionaria (p. 165-174) -- Cuaderno de invierno: 1. El silencio de Dios (p. 175-184) -- 2. Pesadumbre y dulzura de la desesperación (p. 185-191) -- 3. La fe que no consuela, que dobla los trabajos y sufrimientos (p. 192-199) -- 4. El dolor, lugar de encuentro entre creyentes y ateos (p. 200-209) -- 5. Un viejo escándalo: el sufrimiento de los inocentes (p. 210-216) -- 6. Perjuicios espirituales del sufrimiento (p. 217-223) -- 7. Job acusa a Dios (p. 224-233) -- 8. La rutinaria explicación del sufrimiento como castigo (p. 234-246) -- 9. «Ser libre es estar condenado a ser libre» (p. 247-254) -- 10. Los consejeros de Job, «médicos que nada curan» (p. 255-261) -- 11. Censuras del hombre doliente contra la Iglesia (p. 262-270) -- 12. Vilipendio del dolor humano: una apuesta entre Dios y Satán (p. 271-282) -- Cuaderno de primavera: 1. Nuestro único refugio está en el desierto (p. 283-290) -- 2. El cocodrilo, el hipopótamo, el pájaro ibis: el gran contexto del consuelo (p. 291-300) -- 3. «Ahora te han visto mis ojos» (p. 301-307) -- 4. Las penas humanas, vistas desde la torre de Dios (p. 308-316) -- 5. Nuestra confianza en las adversidades (p. 317-322) -- 6. Límites impuestos a la explicación del dolor (p. 323-334) -- 7. De algunos buenos oficios del sufrimiento (p. 335-343) -- 8. Curar a los paralíticos perdonándoles sus culpas (p. 344-352) -- 9. ¿Amaba Job a su Señor «de balde»? (p. 353-358) -- 10. Los sufrimientos de la ley y los del amor (p. 359-367) -- 11. Paciencia e impaciencia en el dolor (p. 368-376) -- Cuaderno de verano: 1. El mal y los sufrimientos personales (p. 377-385) -- 2. El sufrimiento de Dios (p. 386-390) -- 3. Existe ya un árbitro entre Dios y el hombre (p. 391-398) -- 4. Job es la pregunta y Cristo es la respuesta (p. 399-410) -- 5. El libro abierto de la cruz (p. 411-417) -- 6. De cómo persiste hoy, y es lícito, nuestro miedo a morir (p. 418-425) -- 7. El enigma del sufrimiento, resuelto por un enigma mayor, por un interrogante más vasto (p. 426-433) -- 8. Nada vale el sufrimiento por el sufrimiento (p. 434-440) -- 9. Dimensión social del dolor (p. 441-453) -- 10. Tareas importantes y tareas urgentes en torno al sufrimiento (p. 454-460) -- 11. El falso dilema de los Sabios: a favor de Dios o a favor de Job (p. 461-468) -- 12. 32 de diciembre (p. 469-476)
Siendo exigente en extremo para aquilatar el pensamiento, José María Cabodevilla posee el carisma de calar en el alma de nuestro siglo, hasta el punto de ser un auténtico «escritor de masas», contra lo que él mismo quizá se proponía. Sólo sabe escribir sobre Dios y sobre el hombre, es decir, sobre temas sagrados. Este libro tiene cuatro partes. El «Cuaderno de otoño» es un recuento de los dolores que afligen al hombre, «animal enfermo»: el desfallecimiento y la soledad, el anonimato y la máquina aplastante del progreso, la radical vanidad de toda compasión y amor humano, los errores de la inteligencia y la fugacidad del tiempo, la muerte, el miedo. En el «Cuaderno de invierno» se repasan los dolores del alma en su nivel religioso, como son las dudas contra la fe y los sufrimientos dimanantes de esa fe, el silencio de Dios ante las preguntas de Job; la rutinaria explicación del sufrimiento como castigo o como predilección divina; los reproches del hombre doliente contra la Iglesia y los intérpretes de una «sabiduría» caducada. En el «Cuaderno de primavera» hace su aparición la esperanza, más sólida y más desasida; se estudian los beneficios espirituales del dolor y se ponen de relieve, no obstante, los límites impuestos aquí abajo al recto entendimiento del mal. El «Cuaderno de verano» se centra en torno a Cristo, «el Dios que nace y muere»; el sufrimiento de Dios, imprescindible para comprender nuestros sufrimientos; Job es la pregunta y Cristo es la respuesta; dimensión social de todo dolor. Desde el tono melancólico e irónico del otoño, desde la angustia atroz del invierno, el libro, aun en su misma redacción, tan diversa, pasa, a través de una esperanza creciente, a la luz espléndida del verano. Pero esta luz es la luz de una fe muy desnuda: no resuelve el problema del dolor, se limita a dar forma al misterio del dolor. Precisamente uno de los mayores méritos de este libro es su lealtad, su persistente repulsa de toda consolación religiosa superficial o precipitada.