CABODEVILLA SÁNCHEZ, JOSÉ MARIA
Ahorrado el trámite de presentar a José María Cabodevilla a los lectores de la BAC, sólo procede aquí dar noticia a sus incontables adictos de que ya tienen en las manos la tercera edición de su original y significativa obra 32 de diciembre. Pero ¿hay quien diga algo no gastado sobre cosa tan vieja y sabida como la muerte? Esta, como el mar o el amor, es tema siempre incitante, que sólo deben hurgar quienes se sienten capaces de arrancarle nuevos secretos. Cabodevilla se ha atrevido a ello, y compruebe el lector con qué originalidad y con qué tino. Esta tercera edición, como la primera, sale a la luz pública en pleno tiempo primaveral. Al autor, que le va todo menos el papel de aguafiestas, no se le hubiera ocurrido publicar este estudio en primavera de no tratarse de un libro alegre, pero con una alegría tan aplicada y realista que no olvida una sola de las amarguras inherentes al trance de morir. Una alegría, como toda la que mana de los libros de Cabodevilla, cristocéntrica. Sólo el Primogénito de los resucitados puede iluminar nuestro oscuro expediente de morir. Alegría también antropocéntrica, porque la constante más honda del pensamiento escrito de este autor es su amor al hombre. Henos ante unas páginas escritas con la más entrañable filosofía, con una inmensa ternura hacia los mortales que somos inmortales. Dicho en términos devotos, éste es un libro que hará mucho bien por el luminoso hallazgo de la interpretación eucarística de la muerte. Sólo la dimensión oblativa, sacrificial, ilumina nuestro tránsito con un benigno crepúsculo de consuelo. Un libro rotundamente atravesado por la fe, sobre un asunto de enorme actualidad, que no parece vaya a pasar de moda.