La cuestión de la pobreza ha tenido una recepción defectuosa en la Iglesia posconciliar, sobre todo en el contexto occidental del primer mundo. Con frecuencia, el concepto "Iglesia de los pobres" se ha asociado negativamente al marxismo y se ha desplazado del acontecimiento conciliar a la Teología de la liberación. Sin embargo, no podemos hablar de falta de sensibilidad hacia la pobreza por parte del Concilio, ya que sus pasajes son muy explícitos al respecto.