Juan Pablo II pidió en 1995 que se desarrollase el rico contenido de la Iglesia, considerada como familia de Dios : "La imagen pone el acento en la solicitud por el otro, la solidaridad, el calor de las relaciones, la acogida, el diálogo y la confianza" (Exhort. Ap. Ecclesia in Africa, n. 63). Este enfoque de la Iglesia invita a vivir un cristianismo atractivo, cercano y realista, y a una entrega llena de caridad hacia todas las personas y culturas; al mismo tiempo, impulsa a comprometerse en la comunidad que hace presente a Cristo, a pesar del ejemplo negativo de algunos de sus miembros. La Iglesia es familia, el hogar de la gracia y de la misericordia.