El Señor ha puesto en marcha una historia de salvación para estos «hijos
pródigos», que un día abandonaron el paraíso y pretendieron ser autónomos
e independientes. Pero él lo ha hecho «a su manera», utilizando los medios
menos adecuados, para que todos puedan ver que él es el protagonista de
esta historia incomparable. Dios ha escogido lo que no cuenta para confundir
a lo que cuenta, a los pequeños para confundir a los grandes, a los humildes
para confundir a los soberbios, a los pastores para vencer a los guerreros, a
los pobres para poner en evidencia a los ricos, a las ovejas para dominar a
los lobos, a los sencillos para confundir a los sabios, a los débiles para
desquiciar a los fuertes...
Esa ha sido la paradoja en las relaciones de Dios con el hombre: el Dios
grande ha puesto sus ojos sobre lo pequeño, el Altísimo se ha rebajado, el
Infinito se ha hecho finito, el Todo se ha inclinado sobre la nada, el que es
sobre lo que no es.