Los adolescentes de hoy cuestionan los estereotipos. No se alteran
si el panorama es sombrío ni si una pandemia les obliga a renunciar
a experiencias importantes. Identificados con las fragilidades de
los adultos, se han acostumbrado desde pequeños a no frecuentar
patios ni parques donde podrían lastimarse. Por eso inventaron
parques y juegos virtuales, donde poder experimentar con su identidad
emergente.
Los adultos objetaron que no era bueno que se hicieran adictos a
Internet. Después Internet ha venido a ser indispensable, y no encender
la pantalla ha venido a ser como faltar al colegio, cuyas
puertas estaban realmente cerradas.
A partir de su propia experiencia como psicólogo y psicoterapeuta,
el autor esboza el retrato más actual de los jóvenes y de los muy
jóvenes y muestra a los adultos el camino que seguir para desempeñar
su papel de la mejor manera posible y dejar de mirar a los
adolescentes sin verlos.