En enero de 1930, tres años antes de que Hitler llegara al poder, los nazis ganaron las elecciones locales en el estado de Turingia y, bajo ese manto de legalidad, iniciaron una purga en el ámbito cultural: prohibieron el teatro expresionista, la música atonal, el jazz y los cabarets; retiraron de los museos obras vanguardistas, como las de Klee y Kandinski; incluso censuraron las películas que tenían un toque de erotismo. ¿Qué resultaba a los nazis tan amenazante de la Bauhaus y del resto de las corrientes que florecieron a inicios del siglo xx? ¿Por qué hablaban de arte degenerado? ¿Existía un ambiente cultural judío que desmantelar? Este libro cuenta cómo se incubó la ideología nacionalsocialista y con qué procedimientos arrasó el pluralismo cultural para erigir una estética totalitaria de propaganda a favor de la aniquilación de los judíos y el expansionismo territorial. Gracias a una titánica labor de documentación, entrevistas, e incluso su experiencia personal, Michael Kater reconstruye cómo una mezcla de leyes y decisiones arbitrarias de ministros ferozmente enfrentados entre sí amordazó la radio, l